Con el paso del tiempo el marketing se ha ido deshumanizando. Internet, la globalización, la evolución de la tecnología y otros muchos factores han hecho que perdamos la perspectiva.
Nuestra misión como profesionales del marketing es acompañar a nuestra audiencia durante el proceso de compra y en su crecimiento como cliente después.
El éxito de una estrategia de marketing depende de lo bien que conozcamos a nuestra audiencia y de nuestra capacidad de conectar con ellos. Y esto depende de que seamos capaces de aportarles valor y mostrar el lado humano de nuestra empresa. En definitiva, depende de establecer una conexión emocional empresa-cliente.
Somos seres sociales y necesitamos sentir esa conexión con las empresas con las que interactuamos. Una cosa es que, superado esa fase, podamos preferir una atención más rápida e impersonal, pero incluso ese tipo de transacciones tienen una parte emocional.
Pensad en experiencias de usuario en webs sobresalientes, en servicios de atención al cliente online extraordinarios, etc. en la emoción que sentimos al ser bien tratados, en las ganas que tenemos de recibir el producto o servicio tras estas experiencias.
Como profesionales del marketing parece que cuando pasamos de la parte compradora a la vendedora, nos olvidamos de que estamos tratando con personas y de cómo nos gusta que nos traten a nosotros.
Vendemos a personas, hagamos un marketing dirigido a ellas
Todos estos factores que nos han hecho perder la perspectiva y la orientación obsesiva a la venta (no al proceso, a la pura transacción), nos han llevado a pensar que hay un atajo para el éxito de nuestro marketing.
Buscamos una fórmula mágica, el “botón vender” en alguna herramienta que nos permita conseguir los resultados de una forma inmediata. Optimizamos procesos, medimos, probamos nuevas tácticas… ¡y nos olvidamos de nuestros clientes! ¡sólo vemos números!
Por supuesto que tenemos que apoyarnos en la tecnología, pero esta debe hacer precisamente eso, apoyar, no convertirse en el director de marketing de la estrategia.
Tenemos que volver a las raíces del marketing donde busquemos lo que realmente interesa a nuestra audiencia, donde busquemos la forma de aportarle valor más allá de las funcionalidades, donde esa satisfacción plena de nuestros clientes nos lleve a conectar emocionalmente con ellos, donde la marca represente mucho más que un logo y unos colores… donde nuestro marketing sea realmente humano (estamos vendiendo a personas no a máquinas).
¡Para vender necesitamos emocionar!
Tomado de: https://tristanelosegui.com/